jueves, 14 de noviembre de 2013

Rumbo fijo

Hace unos días leía a Juan Gérvas en un interesante artículo, algo filosófico pero interesante, sobre la importancia del papel del médico de familia para dirigir a los barcos que navegan en el mar de la incertidumbre que es la práctica médica. 

Dice el artículo que hay gente, en especial aquellos con una teórica formación, que se creen capacitados para prescindir del médico de familia dirigiendo ellos mismos el timón de sus dolencias hacia los puertos de los especialistas. ¿Quien no ha tenido un ejemplo de autodirección entre su familia o conocidos? Esa lumbalgia que va directa al trauma y sale con una resonancia y una batería de fármacos o esa cefalea con mismo camino hacia la prueba complementaria cuanto más cara y compleja mejor. 
Nosotros estamos habituados a ver este tipo de patologias cada día y sabemos, por que hemos aprendido a hacerlo, discernir entre lo banal y lo patológico o potencialmente grave.
La mala utilización de los fármacos y de las pruebas complementarias añade un punto no desdeñable de angustia al enfermo..."¿si me pide una reso será porque sospecha un tumor cerebral?" pues no, la inmensa mayoría de veces es una estrategia defensiva y complaciente pero no la más apropiada.
No quiero decir con esto que se hagan las cosas mal, sencillamente ahondo en la necesidad de saber trabajar con la información y con la incertidumbre a todos los niveles y el paciente, por muy formado que esté en su campo laboral, no tiene la información necesaria ni la sabe manejar, es lo que llamamos "asimetría de información" en economía de la salud.
La actual situación de ajustes ha sacado a la luz el uso y abuso de determinadas opciones.
La Atención Primaria de Salud debe ser más potente pero no sobre el papel sino en la práctica. Hasta que esto no sea una realidad (y creo que yo no lo veré) seguiremos con un servicio público de salud sesgado. Los propios gestores son, como dice Gervás, parte del problema al creerse sabedores de cómo hacer las cosas sin tener toda la información. 
A mi lo que más mal me sabe es que, además de sabiondos, son sordos y ciegos por que no aceptan lo que los otros les decimos, no asumen sus equivocaciones y van a piñón fijo, con unas coordenadas marcadas equivocadas, pero es lo que tienen los pilotos automáticos que no saben corregir el rumbo.
Los expertos navegantes de la época de los descubridores eran atrevidos, buscaban más allá de las rutas marcadas en las cartas de navegación y por eso llegaron a buen puerto y abrieron nuevos mundos.
Yo me espero sentada en la orilla de mi puerto de médico de familia a ver la llegada de los barcos y deseo que lleguen desde otros puertos de especialistas que nos decubran como lo que somos: expertos navegantes en el mar de la incertidumbre. 
Como buena meditarranea y nacida en ciudad con puerto pesquero y comercial se que el mar es traidor pero a la vez trae riqueza a los que lo trabajan con respeto. Espero que los capitanes de agua dulce de la gerencia acepten los consejos de los viejos lobos de mar y mejoremos.
El puerto de la medicina de familia está abierto a todos otra cosa es que sepamos y queramos fondear en él.

PD: dice el DRAE que una de las definiciones de fondear es: Examinar con cuidado algo hasta llegar a sus principios, o a alguien para cerciorarse de su aptitud o conocimientos...yo creo que si nos conocieses mejor todo cambiaria


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